¡Nadie Puede Escapar a sus Acciones: Tal es el designio del Karma!

Ésta afirmación es el título de un artículo que me hizo sonreír. Si eso le decimos al subconsciente seguramente se lo creerá y no podremos escapar del designio del karma, así que tenemos que estar muy atentos a cuanto leemos y queremos compartir. Pasarlo por el triple cedazo, tamiz o colador que recomiendan los maestros:
¿ES CIERTO?, ¿ES AMOROSO?, ¿ES NECESARIO?
Si no cumple estas condiciones No Hay que tomarlo en cuenta.
Entonces, empecemos a pasar esta afirmación por los filtros.
¿ES CIERTO?
NO.
Primero, no necesitamos escapar de nuestras acciones. Antes sí lo hubiéramos tratado de hacer, pero ahora es tiempo de enfrentarlas, observarlas y transformarlas.
Segundo, el karma no es un designio, más bien representa una ley universal que por un tiempo más está teniendo validez como un amoroso instrumento de aprendizaje y nosotros, como co-creadores, sabemos que es una ley maleable, sutilmente modificable, flexible, y justamente está para eso, para modificarla, para rehacerla. HACERNOS CARGO DE LO QUE CREAMOS Y TENGAMOS LA POSIBILIDAD DE CAMBIAR LA TRAMA.
A esta altura, ya sabemos que tratar de ocultar l0s aspectos de nuestra sombra, hace que se alimente más en el subconsciente y resurja siempre con más poder; por lo tanto, es momento de lanzar fuera el miedo y aceptar que nuestra parte humana es un juego de errores y aciertos, en donde los unos son tan productivos como los otros.
Es más, el error te vuelve más profundo y cauteloso. En cambio, el acierto puede volverte más superfluo y engreído.
Ya no vale escapar de nada sino quitar los velos y darse cuenta de la bendición y el don oculto que la conciencia deja al descubierto. Si el karma sí resulta ser un designio entonces no vale ya la pena experimentar puesto que todo ya está concertado y definido. Y aquí lo que cuenta es quedarse en el juego de la vida lo necesario, para lograr cierta maestría de cambiar de lugar cuantas piezas se puedan hasta desarmar la partida inicial y dar vuelta al resultado, a uno que te empodere y honre como creador.
Luego entonces, el enunciado no superó la prueba del primer filtro y por ende, ¡NO ES CIERTO!
¿ES AMOROSO?
Al leerlo, ¿cómo nos sentimos, qué emociones tenemos? Si cayó como una cachetada en pleno rostro tendrá muchas otras características pero definitivamente no es amoroso; es la mayor certeza que se tiene. Si no sentimos amor, alegría, compasión, bondad, ni aumentó nuestra libertad y posibilidad, NO ES AMOROSO; no hace bien, no ayuda a florecer la compasión ni mucho menos enriquece a la persona.
¿ES NECESARIO?
No se sabe cuál es el fin de quien escribió la afirmación pero en realidad y como se ha visto ya, no resuena como probablemente cierto, no es amoroso, no eleva el espíritu. No lleva a nuestro poder personal, no alegra, no auxilia con energía positiva. Por todo ello, ¿ES NECESARIO?
Si solamente cupiera en lo bello, lo poético e inspirador, quizá no importaría su carencia científica; sin embargo, realizar una aseveración que excluye las energías movilizadoras y motivadoras que tanto se necesitan en este momento, sólo por ello, NO ES NECESARIO.
Este es el ejercicio cotidiano que tendríamos que realizar antes de escribir, hablar, inclusive aún de pensar y sentir: ¿ES VERDADERO O CIERTO?
¿ES AMOROSO?
¿ES NECESARIO?
Y posterior a ello, decidir si actuar o dejar de hacer, si escribir o no, si hablar o callar, si pensar o abrir el corazón; si involucrar la emoción o mantenerse firme y neutral. Cada caso es distinto y la guía indiscutible es nuestra parte pacificadora, consciente, despierta y sigilosa y al tiempo inocente, que poco a poco toma el timón. Aquello que en nosotros hasta ese momento era arrastrado por el viento de la distracción y la inconsciencia, por la tormenta de la reacción del ego y no por la mano del Ser; por olas de todo lo que permanece oculto en la sombra, que efectúa un escape que evade esa oscuridad en lugar de enfrentar y obtener la iluminación de esa parte que puede ser sabiduría, terminando en la creencia en un DESIGNIO, algo que se hace ley y se cumple, cuando no era más que un simple racimo de lazos por desanudar y rebasar.

Por esto, nunca hay que dar el poder interior a lo que leemos o nos dicen porque cuando lo hacemos nos cortan las alas, que sirven no para evadir y escapar sino para admirarlo y observarlo todo desde las alturas sin que tengas que esperar a que te le cuenten desde abajo.

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